
La acción humana tiene múltiples efectos sobre los ecosistemas, y aunque algunos son difíciles de observar o de predecir sus impactos, la transformación directa de zonas naturales es una de las más visibles. Cada día nacen vertederos ilegales, se contaminan ríos con purines provenientes de la ganadería industrial o se cementa el suelo fértil.
Los polinizadores son un grupo heterogéneo muy dañado por las actividades humanas, y sin embargo imprescindibles para nuestra vida y para el normal funcionamiento de los ecosistemas. Si queremos enfrentar en los tiempos que marca la ciencia esta crisis, necesitamos frenar las actividades que los están aniquilando (pesticidas sintéticos, pérdida de hábitat,..) pero también generar medidas de protección y conservación y alternativas económicas de forma masiva en los próximos años.