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Biodiversidad y territorio

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La naturaleza está en jaque

El ser humano es completamente dependiente de la biodiversidad. Gracias a esta, obtenemos agua y aire limpio, medicamentos, alimentos, recreación o mantenimiento de un clima estable. Sin embargo, la estamos destruyendo. Nos encontramos en un momento histórico que se ha denominado como  sexta extinción masiva. La tasa de extinción de especies es aproximadamente 1000 veces superior más rápida que la natural, y todos los motores de destrucción ambiental (cambio de uso de suelo, contaminación, cambio climático,…) están empeorando sus tendencias, situándonos en un punto donde no solo la naturaleza está en peligro, sino también el bienestar y la vida humana.

La naturaleza es un conjunto… y somos parte de ella

El debate sobre la pérdida de la biodiversidad se ha basado en la conservación de especies concretas, así como de algunos parajes naturales. Se ha centrado en muchas ocasiones en especies animales icónicas, separándolas de las personas y la sociedad. Ello ha significado acciones muy poco eficaces, a pesar de que en casos concretos se han empleado multitud de recursos. Apenas se aplica aún en España el enfoque ecosistémico, cuando en algunos sectores de la UICN este mismo ya se admite como insuficiente, al considerar que los problemas de espacios y especies son, en realidad, conflictos humanos por el uso del territorio y requieren (por tanto) del uso de herramientas de las ciencias sociales para su manejo. Todo ello ha restringido el atractivo de la conservación de la biodiversidad a un sector social reducido y teniendo escasa compresión política salvo por escasas especies bandera, que dejan fuera la mayor parte de la biodiversidad. Integrar al ser humano en nuestra visión de la biodiversidad es clave.

La naturaleza no es un valor de mercado

Nos enfrentamos a una amenaza menos conocida sobre especies y hábitats, que es el de la “financiarización de la naturaleza”, la mercantilización de la biodiversidad. Las iniciativas de ponerle un precio a las especies, hábitats y ecosistemas para integrarlas en el mercado junto a los servicios que proporcionan, suponen una nueva amenaza. Esto es debido a que se asume que se puede comerciar con la naturaleza como si fueran unidades monetarias e intercambiar especies y hábitats para poder compensar actividades que destruyen la naturaleza. Esto es un error muy grave, y carente totalmente de enfoques de justicia social.

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