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Una Dieta Climática: un escenario agroecológico para 2030

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El sistema agroalimentario español ha evolucionado de ser una producción vinculada al territorio, basada en recursos renovables y locales y destinada al abastecimiento de la población nacional; hacia otro modelo industrial y altamente mecanizado, hiperproductivista y con vocación exportadora, particularmente de productos de origen animal, el cual es completamente dependiente de recursos no renovables y externaliza gran parte de la producción de las materias primas agrícolas y, con ellas, impactos ambientales y sociales a terceros países. Así lo confirma el informe una Dieta climática: un escenario agroecológico para 2030.

Teniendo en cuenta esta imagen general, vemos que el primer objetivo del Pacto Verde Europeo de un continente neutro en emisiones de GEI para 2050 no será posible alcanzarlo con un sistema agroalimentario altamente mecanizado y deslocalizado, cuyos procesos productivos y las fases situadas más allá de la puerta de la granja están basados en energías no renovables con elevadas emisiones de GEI asociadas. Por otro lado, la desaparición de los sistemas tradicionales de ganadería extensiva y el manejo intensivo del suelo, entran en contradicción con la propuesta del Plan del Objetivo Climático conjuntamente a la Estrategia de la Granja a la Mesa de mantener los sumideros de carbono existentes, lo cual a su vez imposibilita cumplir con el objetivo de alcanzar la neutralidad de emisiones.

Así, las tres propuestas principales de la Estrategia de la Granja a la Mesa (reducción en un 50% de los pesticidas químicos, 25% de la tierra agrícola de la UE en régimen ecológico y extensión de las prácticas agroecológicas, reducción en un 50% el desperdicio alimentario) se destinan a hacer frente a los retos globales que enfrentamos, centrando los esfuerzos en la adaptación al cambio climático. Estas propuestas a su vez se vinculan completamente con las estrategias aquí descritas, aunque en nuestro estudio se pone de relevancia la necesidad de transformar los patrones de consumo alimenticios, para que todas estas acciones aseguren a su vez una dieta saludable y accesible para toda la población, sin perjudicar a otros territorios a nivel global. Este último pasa por una reducción en el consumo de carne, tanto en nuestro territorio como en el abandono de la lógica mercantilista exportadora de productos animales a terceros países. Porque como se muestra en este estudio, gran parte de los impactos ambientales del sistema agroalimentario español están asociados con la producción ganadera intensiva. Nuestro trabajo muestra también como los objetivos planteados por la estrategia son absolutamente insuficientes en lo que se refiere por ejemplo a las emisiones de GEI, el uso de ENR, el COS, el lixiviado de NO3 o la volatilización del NH3, señalando la necesidad de incorporar objetivos más ambiciosos.

Por ende, la introducción de prácticas agroecológicas y/o prácticas ecológicas vinculadas al territorio, permitiría eliminar el uso de fertilizantes y pesticidas sintéticos, así como hacer uso de variedades autóctonas, las cuales son centrales para lograr los objetivos de la Estrategia de Biodiversidad de la UE. Además, con la relocalización de la dieta y de la producción alimentaria se disminuiría la dependencia del comercio internacional, con lo que se incluiría, por un lado, el objetivo de la Estrategia de la Granja a la Mesa de disminuir el transporte de larga distancia y, por el otro, se evitaría la introducción de productos asociados a deforestación en los circuitos alimentarios europeos, punto que también forma parte de la Estrategia de Biodiversidad de la UE.

 

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