Somos Amigas de la Tierra
En nuestro 45 cumpleaños, anunciamos nuestro cambio de nombre, ahora somos Amigas de la Tierra. Las sociedades y las personas evolucionan, cambiamos, y desde Amigas de la Tierra queremos abrazar ese cambio hacia un futuro donde la justicia ambiental, social, económica y de género sean una realidad. Entendemos en este orden de magnitudes que nosotras también debemos avanzar en esa transformación, repensarnos y apostar por un camino donde los diferentes movimientos sociales nos demos la mano para crear un presente y un futuro justo y en común.
La justicia social siempre ha sido un principio básico en las demandas y postulados de Amigas de la Tierra. La perspectiva internacional y las reivindicaciones de nuestras compañeras del Sur han estado muy presentes en nuestra forma de ver el mundo y en las políticas que apoyamos. Es por tanto que nuestra organización ha formado parte del ecologismo social defendiendo un cambio en el modelo económico y social con las personas y la Tierra en el centro, unas políticas donde la defensa de los ecosistemas también contribuye a blindar los derechos humanos y favorecer una vida digna para los pueblos.
Partir de esta base nos sitúa en un punto inevitable: no conseguiremos justicia social y ambiental sin acabar con las relaciones de poder y explotación, y es aquí donde entra de lleno el ecofeminismo. Por este motivo, hemos decidido cambiar nuestro nombre y pasar a llamarnos Amigas de la Tierra, para reforzar el papel vital que desempeña el feminismo en avanzar hacia una sociedad justa, donde la equidad entre personas y las relaciones con la naturaleza se establezcan en un marco de respeto y cuidados, que garanticen una vida digna y la protección de la naturaleza.
Desde hace ya varios años venimos reivindicando un ecologismo integrador e inclusivo que favorezca las relaciones de igualdad con una perspectiva feminista. Por este motivo defendemos el ecofeminismo, una corriente de pensamiento y movimiento social que integra feminismo y ecologismo, y pone sobre la mesa la relación existente entre la subordinación de las mujeres y diferentes colectivos vulnerabilizados, y la sobreexplotación y degradación de la naturaleza.
El modelo económico actual basado en el extractivismo y la explotación de bienes naturales y personas es una de las lacras a las que se enfrentan las sociedades en la actualidad. En esta estructura social las jerarquías construidas se imponen por encima de la justicia social y ecológica, un modelo patriarcal, racista y colonial donde la producción y el beneficio económico priman frente a los cuidados que la vida del planeta y las personas necesitan para sostenerse.
Estamos comprometidas con la justicia de género y con el desmantelamiento del patriarcado en nuestras sociedades. En este sentido, las luchas de base de las mujeres del Sur nos sirven de inspiración y aprendizaje. Una lucha que no para de crecer, como demuestra la Marcha Mundial de las Mujeres y las Mujeres de Vía Campesina. Un feminismo que se construye desde la base, de abajo hacia arriba y que refleja la diversidad de contextos territoriales y las diferentes realidades. Por eso estamos seguras de que el camino a seguir, si queremos un cambio, pasa por acabar con la opresión a las mujeres, a todo el colectivo LGTBQ+, a las poblaciones del Sur y a la naturaleza.