Paso 2: Prohibir las técnicas de lobby y lavado verde de las empresas contaminantes

La industria de los combustibles fósiles es el sector más lucrativo de todos los tiempos, y trabaja día y noche para proteger sus intereses. Estas empresas gastan millones de euros para ejercer su influencia sobre nuestros políticos y para limpiar su imagen, con un lavado verde (greenwashing). Si queremos desatar una verdadera transformación energética, tenemos que cambiarlo.

El problema con el lobby

La industria fósil está haciendo todo lo posible para frenar la transición energética que queremos. Presiona agresivamente para conseguir diluir los contenidos de las leyes climáticas y los planes energéticos, y para lograrlo se sirve de diversas tácticas: desde organizar eventos y cenas con decisores políticos de alto nivel, hasta chantajearles si la transición sucede de manera “demasiado abrupta” para sus intereses. Existe la práctica de las “puertas giratorias” entre decisores políticos y profesionales de estas empresas que es totalmente ilícita.

Debemos atajar esta simbiosis de una vez por todas, esas puertas giratorias deben cerrarse. Legislar para el beneficio de unos pocos perjudica al bien común, por lo que debemos evitar a toda costa la cooptación de los espacios democráticos por parte de estas empresas.

El lavado verde de imagen

Tras años de negacionismo climático, la industria está recurriendo a tácticas de greenwashing: ofrecer una imagen más verde a medida que aumenta la concienciación pública al cambio climático. Y con su tendencia a promocionar falsas soluciones como, por ejemplo, la de los combustibles fósiles “más limpios”, están confundiendo a la ciudadanía, en lugar de promover y apoyar las soluciones efectivas y reales.

Al igual que en su momento se exigió a la industria tabacalera dejar de usar estas mismas tácticas, ahora se debería frenar la influencia tóxica de la publicidad de las empresas fósiles.

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