“Nos plantamos” cierra su segundo encuentro anual celebrado en Allariz con la ruta reivindicativa «Otra Limia es posible»
- Finaliza el segundo encuentro anual de Nos Plantamos en Allariz. El movimiento ha agrupado a más de 200 personas de 50 colectivos de todo el Estado durante este fin de semana en Allariz, Ourense.
- El objetivo ha sido fortalecer el movimiento por la soberanía alimentaria con diferentes estrategias para avanzar hacia un modelo de producción agroecológica.
- Para finalizar el encuentro se ha realizado un tour «Otra Limia es posible» en el que se han denunciado las consecuencias de la agricultura y ganadería industriales para las personas y la naturaleza.
Tras un fin de semana marcado por la formación y articulación interna del movimiento por la soberanía alimentaria, el segundo encuentro estatal de Nos Plantamos, celebrado en Allariz desde el viernes 18 hasta hoy, ha finalizado con una jornada protagonizada por una ruta por la comarca de A Limia con el objetivo de dar a conocer de primera mano los impactos de la agricultura y ganadería industriales.
A lo largo del encuentro se han llevado a cabo diferentes dinámicas y formaciones con el fin de establecer estrategias para denunciar los impactos sociales y ambientales del modelo agroalimentario y poner sobre la mesa los próximos pasos para avanzar en colectivo hacia una transición agroeocología en el marco de la soberanía alimentaria como alternativa a la agroindustrialización de la producción de alimentos.
Así se han realizado talleres en materia de comunicación y estrategias de movilización, en los que las personas participantes se han articulado en grupos de trabajo sobre temas específicos, como las luchas territoriales en la defensa de una alimentación sana y saludable para las personas y el medioambiente o las amenazas sistémicas que dificultan el avance de los modelos de producción agroecológicos.
El domingo, como parte final del encuentro se ha organizado la ruta «Otra Limia es posible», que daba comienzo con una panorámica de la que fue la laguna de Antela. Las personas participantes fueron guiadas por expertos, que llevan años denunciando la contaminación por nitratos en A Limia, elevando mismo esta denuncia a instituciones europeas, que constataron la existencia de prácticas ilegales en la comarca.
De hecho, ya en el año 2017 la propia Unión Europea notificó al Estado Español la apertura de un procedimiento de infracción de la Directiva de nitratos (Directiva 91/676/CE del Consejo) argumentando que “España no controla sus aguas de manera efectiva, comprometiendo su capacidad para revisar las zonas vulnerables a los nitratos y evaluar la eficacia de los programas de acción, limitando así la eficacia de la legislación”.
La laguna de Antela fue un espacio de gran valor ecológico, no solo para fauna -principalmente aves-, sino también para las poblaciones rurales, ya que representaba una significativa actividad agrícola y ganadera, gracias precisamente a la existencia de esa zona húmeda.
La desecación de la misma fue una intervención destructiva discurrida desde la lógica agroindustrial, que no consiguió revertir ni detener la pérdida de población en la comarca, sino que además causó graves daños ambientales. A su vez, afectó al cuidado del suelo, ya que dio lugar a una gran superficie de tierra pobre en materia orgánica, para practicar un modelo de agricultura industrial ajeno al equilibrio tradicional entre el ganado y el monte de los que se obtenía el estiércol para los cultivos.
La situación empeoró aún más con la instalación de un gran número de explotaciones ganaderas intensivas, principalmente avícolas y de porcino, que supusieron un nuevo golpe en el uso del agua en forma de sobreconsumo y contaminación debido a la ingente cantidad de residuos generados por esta actividad.
La ruta finalizó en Puente Liñares, donde se hizo hincapié en el grado de contaminación del agua de este río. Allí el ganadero del Sindicato Labrador Gallego-Comisiones Labradoras (SLG-CCLL) Samuel Formoso acercó la perspectiva campesina sobre la problemática de la Limia en particular, y del modelo agroindustrial en general, así como la alternativa que ofrece la agroecología, y se procedió a la lectura de las conclusiones del encuentro.
El objetivo de la acción fue, por una parte, visibilizar los impactos de la agroindustria a través del ejemplo de la comarca de A Limia y, por otra, poner en valor la existencia de producciones campesinas y agroecológicas que funcionan bajo otra lógica. La agroindustria destructiva, una de las causas de la crisis ecológica global, crisis energética, despoblación rural, agrotóxicos, pérdida de suelo fértil, contaminación del agua potable, entre otras, está apoderándose de las tierras de cultivo.
Coincidiendo con el Encuentro por la soberanía alimentaria de Nos Plantamos en Allariz, un grupo de activistas se ha acercado a las instalaciones de una conocida empresa de ganadería industrial en Ourense, para exigir una transición agroecológica y denunciar el impacto de la industria agroganadera. Las activistas desplegaron pancartas en las inmediaciones y devolvieron a la empresa 300 litros de purines.
Desde Nos plantamos reivindican que la solución a estos problemas pasa por transformar el sistema agroalimentario en clave agroecológica: desintensificar, reducir agrotóxicos, relocalizar la producción, transformación y comercialización de alimentos… Es decir poner en marcha una transición agroecológica con el compromiso de todas las administraciones y la implicación ciudadana, porque la transición ecológica no se producirá sin reconsiderar un elemento central como es el sistema agroalimentario.
El movimiento por la soberanía alimentaria reitera que es la agricultura familiar y social basada en la agroecología la que da cohesión social y vida a las zonas rurales, la que cuida de la biodiversidad agraria, la que produce alimentos sanos y sostenibles, y la que se desarrolla bajo un modelo agroalimentario socialmente justo y sostenible, con perspectiva feminista y asentado en bases de economía social y solidaria. Sobre ese modelo de producción y consumo debe centrarse el desarrollo de sistemas alimentarios, para que realmente sean sostenibles y resilientes ante la crisis ecosocial, climática y de biodiversidad.