El derecho a reparar: una herramienta para el cambio de sistema
Pasaron las fiestas navideñas y seguimos en un sistema que nos incita al sobreconsumo. Claro está que en una sociedad marcada por la desigualdad no todas las personas consumimos igual, y mientras el 1% más rico sigue acaparando recursos, muchas personas no pueden pagar la cesta de la compra, la calefacción o un techo donde vivir.
Esta desigualdad se debe, en gran medida, a las estrategias de las grandes empresas y marcas para que consumamos cada vez más en cualquier época del año. Productos creados para estropearse o quedarse obsoletos al poco de comprarlos y que no compensa reparar, ropa y artículos que enseguida pasan de moda, necesidades “creadas” por la industria publicitaria para hacernos sentir que nuestra felicidad depende de poseer aquello que nos quieren vender.
La obsolescencia programada y los obstáculos a la reparación son estrategias clave de las grandes empresas para seguir inflando sus arcas a costa de expoliar el planeta y vulnerar los derechos humanos. Los impactos de este modelo de sobre-producción y sobre-consumo abracan todo el ciclo de vida de un producto, desde la explotación de recursos naturales, que causa violación de derechos humanos y desastre ambiental, hasta la nefasta gestión de residuos, que supone un despilfarro de recursos (tan solo en 2019, en España se generaron 888 millones de kilos de residuos electrónicos, 19 kilos por persona), y daños al medio ambiente y a la salud de las personas.
Los datos nos dicen que si continuamos a este ritmo, las consecuencias serán devastadoras e irreversibles. Y al igual que la riqueza, los efectos negativos de este modelo no se distribuyen de forma equitativa. Cerca del 90 % de las muertes relacionadas con la contaminación atmosférica ocurre en países con salarios bajos y medios, muchas de ellas debido a las actividades industriales que alimentan el sobreconsumo de Occidente. Puedes asomarte a nuestra web de sobreconsumo para ver con datos cual es el verdadero problema de esta forma de crecimiento desigual y desmedido.
Ante este modelo de producción y consumo siempre ha habido voces discordantes que clamaban por un cambio de sistema. A estas voces se las tildaba de utópicas pero ¿no es más utópico pensar que este planeta que habitamos es infinito y que podemos disponer de sus recursos de forma ilimitada? Defender otra forma de consumo es ser realista, responsable, es apostar por la redistribución de la riqueza y la justicia social, es ser muchas cosas pero no precisamente ser utópico. Y cada vez somos más personas realistas las que nos rebelamos contra tanta tiranía consumista que nos imponen las grandes empresas.
Una de las propuestas lanzadas desde esta “utopía” es el “Derecho a reparar”, un movimiento de organizaciones sociales, ecologistas, personas consumidoras, reparadoras y activistas de la economía social que luchan por la durabilidad y la reparabilidad de los productos. En 2022, muchas de estas organizaciones en España se reunieron a través de un proyecto impulsado por Amigos de la Tierra y la organización de personas consumidoras CECU.
Hay tanto en juego que no debemos caer en la inacción por perdernos en todos los efectos devastadores que provoca el modelo de consumo actual. Organizarse y ser consciente del problema es un gran paso, cada vez más personas consumidoras optan por hábitos de consumo más sostenibles, pero además es necesario exigir una legislación que asegure que los productos sean más duraderos y reparables.
Te facilitamos esta guía sobre el “Derecho a reparar”, elaborada junto a CECU, para que conozcas cómo y porqué es necesario apostar por el derecho a modificar y reparar los bienes que poseemos.