La Unión Europea usa más suelo del que le corresponde. En 2010, la cantidad de terreno usado sólo para satisfacer nuestro consumo de productos y servicios agrícolas ascendió a los 269 millones de hectáreas; eso es un 43% más del suelo agrícola disponible dentro de la propia UE y equivale a usar fuera de nuestras fronteras un área de casi el tamaño de Francia e Italia. Este considerable uso de suelo extracomunitario lleva probablemente aparejado un elevado impacto medioambiental y social. La administración de los recursos comunes de suelo en el mundo resulta crucial a la hora de salvaguardar áreas naturales y ecosistemas esenciales y de garantizar un consumo equitativo de suelo entre los ciudadanos de la Tierra y dentro de los límites de nuestro planeta.

Este informe muestra por qué la UE tiene la responsabilidad de trabajar de cara a la medición, monitorización y, en definitiva, de la reducción de la huella del suelo de la UE, con propuestas sobre el modo de hacerlo, usando herramientas normativas y otras iniciativas.