Alternativas: De la huerta a la mesa en cero kilómetros
Me llamo Pura Seoane Albela y me encanta definirme como mujer, labrega (campesina), madre e hija; y amo lo que soy. Mi vinculación con la agricultura empezó hace dieciséis años. Yo tenía muchas ganas de trabajar en la tierra y aunque tenía un trabajo que también me gustaba mucho, el hecho de que me criara en una granja y con una madre labrega, me influyó mucho en que acabara en este ámbito. Cuando mi madre se jubila, la tierra en la que ella trabajaba deja de utilizarse y comienza a empobrecerse. Este hecho me causaba un gran pesar pero quizás lo que inclinó la balanza fueron mis hijos.
En el trabajo que anteriormente tenía, empleaba muchas horas y era imposible estar muy cerca de ellos. Algo que recordaba de mi niñez era saber que cuando mi madre estaba en alguna finca, sólo me tenía que dejar escrito en cuál y yo sabía llegar hasta ella. Esto era lo que quería para mis hijos y lo que hizo decidirme a dedicarme a trabajar la tierra. Como ya tenía mucha formación e información de lo que estaba pasando en el planeta, me incliné por la agricultura ecológica, para respetar el medio ambiente, la tierra, los alimentos y la salud de las personas. También tenía claro que quería hacerlo en comunidad, y como en mi aldea ya no quedaba gente, me hice socia de la red WWOOF. Gracias a este movimiento que conecta voluntariado con granjas y personas que producen ecológico, puede venir a colaborar gente de todo el mundo a nuestro negocio, Hortasán. Un ejemplo, es una pareja que se conoció en la granja, ella era de República Checa y él gallego, y que ahora tienen su propia huerta y su propio punto de venta.
Hoy creo que es totalmente imprescindible que gente como yo estemos aquí. Para mi, la existencia de personas vendiendo sus productos sanos y ecológicos es equiparable a la sanidad o la educación pública. Ahora mismo siento que es una responsabilidad seguir aquí, que estoy cumpliendo un objetivo y la sociedad nos necesita. El motivo que me lleva a pensar así es que la tierra está dando sus últimos suspiros, mi corazón aborigen me lo recuerda continuamente, y quiero poder trasladar esto. Quien quiera dejarse reeducar, voy a darle toda la sabiduría que tengo para que podamos tener una tierra como la que tuvieron nuestros antepasados. Creo que muy flaco favor le haremos a nuestras hijas e hijos, si no les damos una educación integrada en el medio y responsable con la tierra. Considero que debo dar pautas en este terreno desde la humildad de una maestra y aprendiz, como he sido toda la vida.
Hay una frase que siempre digo y que me la recuerda ahora otra gente que ya está produciendo también: “Coge un puñado de semillas, tíralas a la tierra, simplemente observa como germinan, como nace una planta que después te va a dar comida. Eso es ya un buen comienzo”.
Sinfonía por el cambio
Este texto forma parte de la publicación Sinfonía por el cambio que reúne las experiencias en primera persona de activistas que desde enfoques y posiciones diferentes desarrollan su labor asociativa, profesional o artística para favorecer la transición hacia una sociedad donde las personas y el planeta están en el centro de las políticas. Te invitamos a conocer otras de estas pequeñas historias de héroes y heroínas con las que encontrar inspiración y sumarte al cambio.
Día de acción
En el Día de Acción Global los grupos de Amigos de la Tierra nos unimos en todo el mundo por segundo año consecutivo en una acción global para reclamar justicia climática y energética, el fin de semana del 5 al 7 de octubre.